Los períodos de decadencia fueron siempre activadores de cambio, y aún no siendo necesariamente inauguradores de progreso y mejora, sí se nos han presentado como detonadores de cuestionamiento.
Hipótesis: si la arquitectura actual y nuestras ciudades producen sobreabundancia de retórica, y los abanderados de la contemporaneidad sucumben a la acrobacia de la auto-representación festiva, pudiera ser que nos encontráramos ante un período de decadente euforia. No sé si somos conscientes, pero estamos ávidos de reflexión y autocrítica.
Este artículo, sin dar nada por hecho, busca reconocer en determinados ámbitos del arte contemporáneo estrategias que abran vías de exploración para una arquitectura más crítica, de interés social y sensible a realidades que en la mayoría de ocasiones la profesión parece no poder ni querer atender.No es un procedimiento nuevo. Es bien sabido que la arquitectura se ha servido y querido reconocer en las propuestas de sus coetáneos desde la Era Moderna hasta nuestros días. A diferencia de períodos históricos recientes como las vanguardias de principios del siglo XX, el hecho que haya una necesidad de reconocer en el arte contemporáneo tácticas útiles para el trabajo de la arquitectura, responde a situaciones bien diferentes a la búsqueda de la lógica de la máquina, la abstracción y la objetivación de los intereses personales en intereses colectivos.
Hoy, instalados en la euforia perpetua (Pascal Bruckner, 2001), la arquitectura parece querer emular el optimismo cómodo y despreocupado de la publicidad, la comodidad y simplificación de las tecnologías, así como la inmediatez en los consumos. Loable objetivo si estuviera al alcance de todos y no desacentuara aspectos inherentes al hecho preciso de habitar y convivir en el espacio.
Por el contrario, estar abierto a lo espontáneo, a lo casual, a lo cotidiano frente a lo extraordinario, a lo no cuantificado, a la interacción con el otro, a poner en valor la capacidad “subjetivizar” el lugar y transformarlo, son vías de trabajo a las que la arquitectura no puede permitirse renunciar. El arte contemporáneo reciente ha focalizado muchas de sus prácticas en estos campos de experimentación, recurriendo de forma habitual a la arquitectura y la ciudad como soporte para sus propuestas.
Partiendo de esta retroalimentación, el artículo expone tres tácticas del arte contemporáneo desde las que poder experimentar nuevas vías para una arquitectura más atenta a procesos y correspondencias que a resultados formales. [...]
Extracto del articulo "EMOCIONAL, RELACIONAL Y COTIDIANA. Tres tácticas del arte contemporáneo para re-activar la arquitectura" del blog Epulare
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